sábado, 3 de septiembre de 2011

S.T.


Escrito por: rashell_dicast

El aire que cae sobre mi rostro es helado, húmedo
siento las gotas -delgadas y filosas- surcar mis mejillas
y alojarse en mi piel
pálida
sin vida.
El árbol de la esquina
está inclinado
como si quisiera escuchar
mis tontos lamentos de mediodía,
pero me niego
y callo
dejo de susurrar versos
caigo en la sumisión del pensamiento,
ese que llega de vez en cuando,
que se encuentra al final de la taza de café
y que ves fijamente
temiendo que se vaya.
Dime,
hoy que todo está perdido,
que la ida es inminente
y la vuelta tan lejana,
cómo alejo la taza de café
cómo alejo el pensamiento
que, sin querer, se alojó en el lado izquierdo de mi cerebro.
Hoy
que veo esas puertas metálicas
cada vez más cerca
me enseñas, como cuando era pequeña,
algo más
algo que me ayude
aunque sea un poquito
por un momento
a olvidar.