jueves, 16 de febrero de 2012

Instrucción para un escéptico


Le disculpo,señor, que no me entienda.
Es que no es usted artista.
Le disculpo,señor,
las miradas de desprecio,
las cejas alzadas al escuchar un poema mío.
Le disculpo,señor,
cuán escandalizado se pone usted
cada vez que cito un poema de Poe, Eguiguren o Neruda
y que no pueda evitar recrimar
mis excesivos gastos en "libros baratos"
que solo incrementan mi "pobreza".
Le disculpo,
le perdono, mi querido señor,
cada uno de los detalles arriba expuestos.

Lo que me reservo de disculpar
es que insulte usted mi calidad de poeta
al decir que cualquiera puede escribir poesía,
¡Gran atrevimiento el suyo!
y es que le confieso...es más...le instruyo
que no todos tienen la paciencia y la pasión
para convertir simples palabras
como éstas
en una obra de arte,
porque le aseguro, mi estimado,
que cada poema -construido y estructurado-
es una obra de arte.

Soy una artista, mi estimado señor,
póngame los nombres que desee... loca, desquiciada, ilusa, renuente o rebelde;
diga lo que más le convenga
pero no olvide, en toda su vida, no olvide
que los paisajes más bellos
están dibujados en nuestra mente
que el amor perfecto
está colocado en el centro del corazón,
a la izquierda de los deseos,
que la paz...esa con las que muchos sueñan
está en la tinta del lapicero
que está unida a la mano
de ese pobre "iluso"
que mientras escribe
se siente la persona más dichosa del mundo entero.

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