martes, 14 de febrero de 2012

Proclamación de las 10 de la mañana



Tu voz circunda lo más recóndito de mi mente

escribo mientras me susurras la extrañeza de la distancia

y yo trato de acallarte por medio de música

que canto para dejar de pensar

en lo mucho que hemos perdido

pero en cómo llegamos a tenerlo todo.


Tu voz se hace cada vez más leve, más suave

se asemeja al eco lejano del caminante perdido

que espera ayuda,

no cuenta con que soy desalmada

no cuenta con que ya no tengo nada dentro del pecho

sino una colmena de fragmentos de un corazón roto

que se niega a reconstruirse.


¿Tu voz? Ya no la escucho.

Ha quedado un recuerdo tenue

de lo que una vez has sido, te he convertido en un fantasma.

Gran jugarreta mía, lo sé,

mas recuerda aquel dicho que quisimos negar una noche

en el amor y la guerra, se vale todo”

y hoy, me amo más que nunca

sin caretas,

sin falsas sonrisas

y siendo yo, de una vez por todas,

puedo mirarme por primera vez en el espejo,

sin remordimientos

y sin tu voz,

diciendo que no soy suficiente.




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