Tu voz circunda lo más recóndito de mi mente
escribo mientras me susurras la extrañeza de la distancia
y yo trato de acallarte por medio de música
que canto para dejar de pensar
en lo mucho que hemos perdido
pero en cómo llegamos a tenerlo todo.
Tu voz se hace cada vez más leve, más suave
se asemeja al eco lejano del caminante perdido
que espera ayuda,
no cuenta con que soy desalmada
no cuenta con que ya no tengo nada dentro del pecho
sino una colmena de fragmentos de un corazón roto
que se niega a reconstruirse.
¿Tu voz? Ya no la escucho.
Ha quedado un recuerdo tenue
de lo que una vez has sido, te he convertido en un fantasma.
Gran jugarreta mía, lo sé,
mas recuerda aquel dicho que quisimos negar una noche
“en el amor y la guerra, se vale todo”
y hoy, me amo más que nunca
sin caretas,
sin falsas sonrisas
y siendo yo, de una vez por todas,
puedo mirarme por primera vez en el espejo,
sin remordimientos
y sin tu voz,
diciendo que no soy suficiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario